martes, 12 de febrero de 2013

Me gustaría vestirme con esa bata de seda que imagino en mi mente, nada más bajo ella. Luego contar de tres a cero, muy despacito, regalaría al aire un suspiro cortado después. Y luego me movería por la habitación sin miedo, con los ojos abiertos para luego cerrarlos, sintiéndome ágil, viva, distante, independiente, valiente, atractiva.

Todo lo que quedaría fuera de la habitación no serían más que sinsentidos olvidados, sin importancia. Lo único importante sería la magia, el espíritu, ese aire de poder y silencio que flotaría en la atmósfera acariciada a través de los brazos. Los brazos que girarían en círculos imperfectos. Imperfectos como la naturaleza, como aquello que sale de tus manos y tu mente. 

La lengua danzaría con el movimiento corporal, y se sentiría también avivada, sensible al tacto con el polvo frío y cristalino al entreabrir los labios. Los órganos más sexuales despertarían en ese momento de auto-descubrimiento y esperarían ansiosos descubrir algo más, algo aun desconocido.

Y desde el suelo hasta el techo subiría un remolino alimentado por el movimiento, la imaginación, la seda ligera, la saliva que circularía por mi boca, las ondas del pelo en una danza inmortal, el sexo despierto. Un remolino incesante de vida y energía, infinito, imperfecto, inquieto. 

Luz y aire. Eso sería.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Y todas las cosas dormidas despertarían y ... Una vez despiertas todo será posible.

Abigail LT dijo...

Que bonitas palabras... que visual te ha quedado, ya echaba de menos tu escritura...

nos vemos pronto...


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Tu Lao.