lunes, 31 de mayo de 2010

I rower..


Supongo que será un poco como todo, como todas las cosas que se prueban poco a poco y que un día te das un atracón, sin hartarte y luego lo echas de menos. Al menos, eso es lo que me pasa con la bici.

Acabo de volver de unos días en la montaña, con Joanna. He conocido a su familia (tan amable como ella) y nos hemos perdido un poco entre carreteras y prados verdes, y por qué no, entre alguna que otra vaca.

Ha sido un finde de cuevas del neolítico y minas de silex. De hierba verde, desayunos y cenas polacas y niños preciosos a los que no entendía. Un fin de semana en el que he observado a una familia desde fuera y me parecía imposible pensar que en un mes pudiera estar yo en la misma situación en la que estaban ellos, en casa, con los míos.

Y, como empezaba el escrito de hoy.. hablando de adicciones (qué palabra tan dura). Después de coger la bici y recorrer 36 km me queda un dolor en el culo, tremendo, y un mono increíble... lástima que en Granada el carril bici esté tan limitado y en peligro de extinción.

Rellenando la lista de nuevos momentos, así está terminando mi estancia en Polonia. Mañana pelea con los caseros... y de pelea en pelea.. llegará el final de junio y las cervezas en la taberna del 22.

:) Muchos besos, duendes míos.

Debilidades humanas...


Están por todas partes.. vienen y van, a veces se escapan cuando ya las habíamos capturado entre los dientes.

Extrañamente en Polonia... es como si no existieran... y es curioso, porque en España siempre estoy tentada, a hacer y deshacer si previo aviso. Aquí es como si todo estuviera demasiado organizado, o como si, por el contrario nada se atuviese ese orden, y esa carencia de sentido es lo que torna las cosas insípidas, incoloras y aburridas.

Seré yo, que desde el principio lo tenía claro y sabía que mi vida estaba lejos de aquí. Seré yo, que no he sabido ser feliz aquí, siempre con objetos, con personas, con olores en la mente, todos de allí.

El caso es que tonteando un poco con el ordenador, entrando y saliendo de carpetas que creía conocidas, me encuentro fotos como esta, y recuerdo lo tremendamente feliz que era en ese momento. Pisando la arena de Málaga con fuerza, para sentirla bien, y tomando una cerveza fría. Y lo más importante era todo lo que quedaba por llegar... o todo lo que había pasado. Todo rodeado de ese halo de nerviosismo, de atracción, de llamadas inesperadas y de sol.

Hace casi un año de esos días en el Parador de Málaga, y del verano en Granada, en definitiva. De las cervezas en la taberna del 22. Casi un año de la sangría en las terrazas del Albayzín y de los paseos en moto, y de las cenas en los mejicanos, y del sol y el aceite en la terraza.

Casi un año de las copas prohibidas, de las miradas fugitivas y de todo aquello que te hace enloquecer, tan sólo mirándolo desde lejos. De los viajes a Madrid, y de la Casa Granada en Tirso de Molina...

Quizá aun no entienda de debilidades polacas, pero ya para lo que me queda..prefiero pensar en la arena de Málaga y en la taberna del 22. Ese pensamiento sí que es seguro, sí que es real.

Cama..


Me siento enfermilla. Creo que un virus se ha adueñado de mí y dentro de unos días se producirá la catástrofe de cama, termómetro y vete tú a saber qué, porque me duele cada pequeño rinconcillo del cuerpo.
Hoy quiero mi cama de Granada, los arrumacos de mi madre y un caldo recién hecho. Sólo tengo lo último... en fin, algo es algo.

Hoy toca, igual que ayer, domingo de pelis, libros y siestas intermitentes.

Feliz dominguillo, pequeños duendes!

Buenas noticias


Hoy me he levantado con el mismo talante de siempre, aunque me pese tener que empezar así mi escrito. Pero es cierto, todo era muy normal, el sol que entraba por mi ventanal, los coches pasando a las 8 de la mañana,y entonces el móvil ha sonado, y me ha regalado un mensajillo de mi hermana dedicándome una canción temprana. Ahí ya me he dado cuenta de que el día prometía ser bueno.

¡No todos los días nos regalan una canción!

Después de unos minutos el móvil ha vuelto a encenderse, ahora la noticia era un notición, una verdadera razón para pasarme el día sonriendo. Mi Joanna, mi angelillo de la guarda aquí en Polonia, ha recibido una beca en Getafe donde se instalará el próximo septiembre. Parece que el tiempo nos da una tregua, y alarga el tiempo para que no tengamos que despedirnos de inmediato. Y un peso enorme se me ha quitado de encima...
Y he agradecido en voz alta que pueda tenerla un año más. Al menos un año más.

¡Feliz viernes, pequeños duendecillos! :)

Un parche más en la mochila..


Se acabó lo bueno. El lunes por la noche, después de todo el día deambulando por una Ginebra fría y con pequeños claros en el cielo, llegué otra vez a éste, mi hogar temporal.
Polonia me recibió lluviosa, como un niño receloso porque lo han dejado solo.

Cuando llegué, deshice la maleta, tomé una ducha (después de 10 minutos para encender el calentador) y me abandoné al sueño. Al día siguiente me costaba pensar, articular palabra, no sabía bien dónde ubicarme, y mi cerebro trabajaba más lento de lo habitual. Creo que una parte de mí aun permanecía estudiando los laberintos de cada ciudad suiza en la que hemos estado, o puede que mi razón necesitara (como calmante) analizar el mapa de un nuevo sitio que visitar, como cada mañana en este viaje.

Ahora, ya adaptada de nuevo a mi vida polaca, ya todo es más fácil, y puedo contaros detalles de cada rincón de ese pequeño país.. pero os los contaré como si los hubiera vivido hace mucho..

Ya sólo sé que ya estoy aquí. Ubicada. Y que he venido un poco más mayor, un poco más sabia. :)

Y ver el transcurso de las cosas. Su sentido. La calidad de las palabras..

Y ver cómo pasan los años para nosotros, para los que nos rodean.Y ver nuestra infancia reflejada en unos ojos que se pierden en el infinito, en unas manos que buscan una cartera de piel.. en una voz que se nos torna a veces ajena.

Y ver cómo, somos nosotros los que guiamos. Cómo se da la vuelta la vida, y somos nosotros los que guiamos.


Pasando unos días con mi padre (no me he ido).

Las pequeñas cosas..


Que me sigan meciendo esas pequeñas cosas. Que me arrastren hasta cualquier orilla de sol y sal. Y que allí estés tú, con tu sonrisa de luz, esperando que alguna botella llegue del mar con un mensaje cifrado.

Que lleguen esos amaneceres, esos abrazos fortuítos, esos desayunos al sol.. y que no se esfume el tiempo, los momentos felices. Que residan los recuerdos en el lugar más consistente de nuestra mente, para que nos mantengan vivos.

Para que nos mantengan vivos aun cuando ya no sepamos ni dónde estamos.

Me gustaría hacer vuestros también cada pequeño lugar por el que me cuelo para investigar, cada verde intenso que cubre las aceras de la calle en que vivo, el olor a tierra mojada, tan suave, tan distinto al nuestro.

Me gustaría no olvidar ningún rincón de esta ciudad, de este país. Me gustaría que todos y cada uno de vosotros viniera aquí, aunque fuese por un par de días, por unas horas, para poder enseñaros desde cerca lo que muestran estas imágenes. Para que pudiérais respirar Varsovia. Para que supiérais de lo que hablo.

Os he echado de menos :)

Espero que todo marche bien, un besito fuerte.

Enseñar...


Y es que ahora mismo no existe otra profesión en mi mente.
Por la mañana observo, al medio día atiendo y por la tarde imparto. :) ¿Qué sería del mundo sin alguien que nos enseñara?

Y pienso que cada clase es como una pequeña obra de teatro que hay que preparar con esfuerzo y que si el resultado es bueno... perdura en las mentes para siempre.

Feliz fin de semana, duendes :)

Cosas que hay que cambiar..


Cuando te curras algo hasta la saciedad, cuando inviertes tiempo, esfuerzo, una energía incalculable, amor y bastante dinero. Cuando haces las cosas sin importarte tu comodidad, tu malestar, sólo porque otra persona se vea beneficiada... y al final descubres que no sólo todo ésto no es apreciado, sino que te recriminan que "tanto esfuerzo llega a agobiar".

En ese momento sufres un parón mental y dices "¿agobio? ¿yo, que me he mordido la lengua mil veces?, ¿yo, que me he cruzado un país por estar contigo?, ¿yo, que he currado en época de exámenes, sólo para que estuviésemos ambos a cuerpo de rey?". Puede que sea más gilipollas de lo que pensaba. Pero probablemente, la razón de peso es que deba de empezar a darme igual las palabras necias, los malos rollos, el dolor de cabeza que produce una conversación vacía. Y, sobretodo, dejar atrás el pasado y no seguir removiéndolo.


¿Sabes qué? que estoy en la gloria sola y que nadie te ha pedido la opinión.