martes, 20 de abril de 2010

Idas y venidas


Ideas que se enredan en la cabeza mientras paseo. Palabras que al no ser exteriorizadas se funden unas con otras formando historietas, lugares pasados, personajes que encontraron un hueco donde introducirse dentro de mí, y que ahora e aferran a mis entrañas negándose a soltar aquello que ya me pertenece. Mi razón.

Ideas de primavera, de otoños pasados, de veranos que espero y de inviernos superados.
Paseos que verifican que ya conozco esta ciudad, :) y en los que sigo encontrando nuevos lugares que habían permanecido ocultos a mis idas y venidas diarias.

El color del cielo ya es más parecido al de allí... y los sonidos de la calle me recuerdan a los sonidos nocturnos que me impiden conciliar el sueño en Granada :).

Puede que me esté acostumbrando, o que mi mente busque de forma desesperada algo que se le antoje familiar, conocido. Algo que en mi vida paralela en España podría ser incluso irritante y a que se me presenta entrañable.

Curioso el pensamiento humano. Curiosa la razón, más cuando no sabemos si está presente o no.

Feliz noche de martes :)

lunes, 19 de abril de 2010

Reconstruyendo..


Si ellas pueden retoñar, yo también puedo.
Supongo que cuando se cumplan los factores necesarios, todo será más simple de lo que es ahora mismo en mi mente.

Con una tierra fuerte donde no me de miedo a echar raíces, un clima suave y sobretodo con el cuidado necesario recibido del exterior... creo que podré volver a florecer.

"Y cuando menos lo esperaba, las mariquitas estaban posadas por todo mi cuerpo".


Feliz comienzo de semana, duendecillos. :)

domingo, 18 de abril de 2010

Plan B


Cuando tu vida se rige por un solo camino, y tus actuaciones diarias no encuentran compañía, las opciones suelen revolotear a tu alrededor como miles de mariposas que esperan ser atrapadas de una en una.

Viviendo sola, paseando sola, descubriendo sola, me voy convirtiendo en dueña de mis acciones, de mis decisiones, de mis dudas y de mis múltiples errores.

Esta mañana, me desperté muy temprano, como de costumbre. No puedo decir que me desperté a la salida del sol, pues desde que la primavera comenzó, el sol se ha vuelto muy travieso, jugando a salir a las 4.30 de la mañana todos los días...
Ya os podéis imaginar la luz que se cuela por el enorme ventanal a las 8 de la mañana. Si el día no está nublado, la luz que entra arrastra una energía alarmante para aquellos que tenemos por costumbre dormir hasta algo más de las 9.

El caso, es que a las 9.30 ya estaba en marcha, buscando un tranvía que me llevase al otro lado del río Vístula, hasta el histórico barrio de Praga. Mi idea principal era encontrar el "rastro ruso" y averiguar si era tan grande y tan curioso como lo pintan en todas las páginas que he leído. Me imaginaba comprando unos de esos acordeones que aparecían en las fotos de aquellos que tuvieron la suerte de encontrarlo varios años atrás. Me imaginaba rozando con la punta de los dedos los casquillos de esas balas que portaba el ejército polaco durante el levantamiento, y curioseando dentro de alguna maleta carcomida por el paso de los años y por las historias que un día encerraba la piel de aquellas manos que la portaban.

Se hablaba del "rastro ruso" como del mayor mercado negro europeo. Y según las indicaciones leídas se situaba en el interior del antiguo estadio de Varsovia.

Mi gozo en un pozo. Ni mercado, ni rastro, ni maletas, ni estadio. Cuando me he plantado frente a la puerta del estadio a las 9.30 de la mañana, me he encontrado un edificio semi destruído, vestido de andamios y chapas y rodeado por un cinturón de láminas de plástico blanco que han teñido del mismo color la idea que con tanta ilusión me había llevado hasta allí.

Bien. ¿Ahora qué? ... ¡Caminaré!

Caminando, me he adentrado en un parque. Pero no un parque cualquiera. Se ha convertido en uno de los parques más bonitos que he encontrado en Varsovia. Me ha regalado las flores que tanto tiempo llevo esperando y que pensé muertas para siempre, sepultadas bajo el hielo. Me ha regalado la luz de una mañana de primavera en Granada, niños, bicicletas, árboles enormes retoñando. Un lago. Un pequeño río bajo un puente de piedra. Familias pescando. Personas acompañadas, reflejadas en los ojos de mi soledad, que ahora se sentía plena.

Lugares desconocidos, llenos de gente con sus propias vidas, con sus rutinas, con sus miedos y sus ilusiones.
Es entonces cuando he pensado que quizás tenga que vivir esta etapa sola. Así podré decidir si sentarme en un banco a admirar la riqueza de otras vidas, o si seguir caminando mirando el asfalto.

Decidir si quiero volver a cruzar el río ante ese estadio cerrado para siempre, o seguir caminando y encontrar un tesoro escondido.
Un tesoro donde se esconde la luz, el color, la sonrisa de este lugar...

Un lugar sólo para mí.

jueves, 15 de abril de 2010

Rozando la historia..


Si me lo hubieran contado, no sé si lo hubiera creído o no.
Lo cierto es que no conocía a ese presidente que hacía y deshacía viviendo en el centro del casco antiguo varsoviano. No conocía su mandato ultra-derechista, ni su aversión hacia los homosexuales.
Cuando llegué aquí y recibía visitas, al mostrarles la casa presidencial, ellos me decían: "¿Quién preside aquí?, ¿Son los dos gemelos?"
Y yo tenía que aceptar que no tenía ni papa, porque hace mucho tiempo que dejé de creer en la política y porque, lo asumo, no había puesto mucho interés en informarme sobre el asunto. Pero ahora lo sé todo "de pe a pa". Que me pregunten que me lo sé.
El pasado día 10, en el "20 minutos online" encontré la noticia a menos de dos horas de haber ocurrido. Aun no se estimaban 96 muertes, sino que se pensaba que el avión iba completamente lleno de gente, con lo cual habrían sido alrededor de 115 personas las que habrían muerto calcinadas en el aterrizaje en Rusia.

No voy a entrar en debates. Me da igual la ideología que él tuviera. No siento más su muerte que la del rector de la universidad de psicología, o la de ese actor tan conocido en Varsovia también fallecidos en el siniestro.
Las cosas son así, 100 personas que forman la élite de un país fallecen, y el país coloca crespones negros por toda la ciudad, en las televisiones del metro te muestran un vídeo con os rostros de los 96 fallecidos y una hilera de ancianitas y matrimonios con niños pequeños no dejan de visitar la casa presidencial para colocar velas. El drama es lógico. Más en un país europeo que trata de reconstruir cimientos y que tiene la impresión de que su historia nunca alcanzará el equilibrio logrado en otros países vecinos.

De momento aquí se respira silencio (más si cabe), y la impresión que tengo es de estar rozando la historia con los dedos. Estoy delante de esos historiadores que reducirán todo lo ocurrido a un tema en los libros de sociología en este país.

No trato de abrir debate.

Feliz Juev
es :)

domingo, 4 de abril de 2010

Hilos...


Son los que mueven nuestras extremidades, cada pequeño ápice de nuestro cerebro, nuestros sueños... y en definitiva nuestra vida.

Hoy me siento como una marioneta a punto de salir a producir una obra para la que ni si quiera han pedido mi opinión.

¿También me toca acostumbrarme a ésto?






Foto: Taller de marionetas de Praga.

sábado, 3 de abril de 2010

Luces


Al llevar aquí algo más de un mes, buscaba las luces de mi ciudad de forma desesperada. Buscaba las montañas inexistentes, al mirar al horizonte , y no encontraba más que edificios perfectamente rectangulares. Perfectamente grises.

Buscaba la luz natural en los atardeceres, en los colores del cielo. Buscaba la riqueza de rojos y violetas, azules y naranjas que se filtran entre las nubes cuando el sol desaparece. Ansiaba con todo mi ser la luz artificial que viste las calles en nuestro país. Caminaba con miedo entre las calles de Varsovia, incapaz de distinguir el final de una avenida por la escasa iluminación.

Varsovia se me ha antojado triste y solitaria, aunque sus calles se llenaran de gente al amanecer. Su imagen se repetía en mi mente igual que una idea marchita y silenciosa. Un pensamiento quieto y de ojos tristes que no dejaba de observarme esperando algo de mí que no acertaba a encontrar.

Ahora, sin embargo me he acostumbrado a ella. Esta ciudad se está ciñendo a mí como los guantes que llevo usando desde 5 meses atrás. Puedo abrazarla con suavidad y no desaparece asustada. Nos estamos amoldando la una a la otra. Y puede que el aire y los colores de la primavera hayan ayudado. Puede que ayude el canto de nuevos pájaros que quita un poco de protagonismo al sonido incesante que producen los cuervos.

Esta ciudad se está convirtiendo. Los edificios grises no me parecen tan tristes. Puede que lo sigan siendo, pero me estoy acostumbrando a ellos.

Las esquinas deformes de muchas casas, de fachada maltratada por la historia, se presentan más bellas bajo esta luz cálida y blanca.

Varsovia ha cambiado... y lo diré con la boca pequeña, para que nadie crea que me estoy volviendo blanda, pero puede que la eche de menos cuando tenga que irme de aquí para no volver.


Disfrutad de este sábado de nubes y sol, de lluvias impares y de aire limpio.

Saludos, duendes.