martes, 24 de enero de 2012

El Silencio Sacabó.


He estado en el subsuelo entre libélulas embarradas, en la última nube perdida en el horizonte, bajo la losa suelta del trastero, en el nudo trenzado de la duda y el consuelo. 



He paseado por los límites del insomnio, vagabundeado por las calles de Madrid. Peleé con la intriga y se marchó, dejando paso a una realidad pesada y sombría.

Callejeé hasta perderme, salí de laberintos sin podar, con ramas esparcidas por el suelo. Luego apareció alguien, que creí no conocer, se dispersaba por el espacio sin luz y me dirigía palabras sueltas. Sentí miedo, pero terminé descubriéndote a tí, oculto tras mi pánico y mi desazón. Volví de tu mano a un lugar que reconocía, y con los ojos doloridos por la incomodidad de la luz repentina me adapté a la frase de un dibujo en una pared. 

Había llegado el momento de volver, así que lo hice sin mirar atrás.

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