martes, 18 de agosto de 2009


Y me apuro en ciertas horas del dia, en que no soy capaz de adivinar la luz de fuera. Me apuro hasta consumirme como una llama de fuego que vibra con debilidad antes de caer. Me empujan los recuerdos y las huídas pasadas, al infinito del abismo más remoto, a esos atardeceres que ya están rotos, a la morada deshabitada de los sueños que aun quedan por vivir.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tus palabras están impegnadas de una fuerza especial... una sutil belleza, casi un perfume de genialidad.