domingo, 2 de agosto de 2009

En punto muerto


A una hora de alcanzar los 23, a dos semanas de emprender una ruta hasta Santiago, a un mes de vivir en Polonia. A punto de conseguir miles de sueños, de alcanzar valiosas metas con los dedos y sin embargo ese punto que separa la línea entre el presente y el futuro es inerte, muerto. Y presenta la misma vida en su representación de acontecimientos que transcurren en mis horas. Nunca tuve la sensación de que la vida se empeñaba en hacerme comprender algo, en que una y otra vez me mandaba mensajes para demostrarme algo, que en lugar de hacerme más fuerte, en esta época crítica y nauseabunda, me hace tambalearme cuando sonrío por haber alcanzado el equilibrio.


Me muevo como un vaso en una barra de un bar, de un lado a otro, sin dejar de girar, y cuando parece que va a cesar en su movimiento, cuando el alcohol de su interior simula estar quieto, llega un codo despistado y lo empuja, casi provocando su arrojo al vacío y un impacto brutal. Me tambaleo cerca del borde de un precipicio que conduce a cientos de colillas pisoteadas, huesos y servilletas que sirvieron de distracción en unos dedos nerviosos.


Trataré de sacar la voz desde el pulmón, vocalizar de la mejor forma que me sea posible y localizar las palabras claves "camarero, eche más alcohol", para que al menos, teniendo peso en mi interior, mi cristal sea más resistente a las manos descontroladas de los borrachos que asisten a este bar.

1 comentario:

Abigail LT dijo...

No dejes que ningun borracho te manipule!!! y si lo hace... hazle vomitar!!!!!

te quiero.

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