Llaman desconocidos a la puerta. La puerta blanca de calor y sal. Y el sonido es un estruendo en los oídos de papel. Luego los pies descalzos, caminando por el suelo de losas de tristezas grises. Huele a otoño entrecortado y a mochilas que se abren para volver a partir. Para volver a empezar.
Me acuerdo de las mañanas en que no había nada que buscar, ni dentro, ni fuera. Todo sabía mejor entonces. La leche caliente, las tostadas de mamá, y la mentira que se escondía entre los muros del hogar.
Se esconden las sorpresas entre la lluvia temprana; los fogones suspiran entre el silencio, inquietos por ser utilizados.
Me da miedo el frío entre los huesos, la ausencia de ruido.
No llames hoy. Quiero estar sola.
3 comentarios:
Esta entrada me ha hecho sentir una nostágica triste y pesada...
:(
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La mochila se va a quedar junto a la maleta, en el fondo del armario, para no salir nunca más.
Miles de besos con mucha magia para empezar la semana.
"Las mentiras que se escondían detrás de los muros del hogar"... Y que lo digas... sí que cuesta trabajo salir de la madriguera, eh?
Un beso y mucho ánimo...
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