Aparece la necesidad de estar sola entre tanta compañía sobrecargada de domingo. Yo me olvido en el viento que rodea el paseo y en la mano llevo una bolsa con limones y naranjas. Las hojas se mueven sin ningún compás y pasan coches tras de mí, como gritando desesperados para evitar la evasión.
Hay lugares indescriptibles, y luego está éste.