
Arrastra el otoño un sentimiento de conformidad permanente. Un dolor agudo que se torna sueave con la caída de la hoja, y una lluvia fina que invade la mente de recuerdos y esencias olvidadas. Me pierdo un poco en estas tardes del otoño tan esperado. Quiero perderme y por eso lo hago, y a veces me olvido de qué fue lo que me llevó a un lugar u otro, y por qué me detengo en el centro de una plaza. Vuelvo a cobijarme bajo esas finas mantas que esconden la impotencia de los momentos duros, que esconden el rostro y la mirada de quien no quiere ser observado. Y cocino para tí. Aunque ya no estés yo cocino.... Cocino pan de semillas que desprende un olor inconfundible. Olor de otoño.